Mirando los anillos encontrados en ambos yacimientos a los dos lados del Pirineo, dentro del proyecto transfronterizo PIRENAEUS, que se realiza gracias a los fondos de la Eurorregión, es imposible no fabular pensando en las manos que un día los portaron. Su diseño, que parece actual, y su estado pese al paso del tiempo, los convierten en joyas que a los ojos de este siglo XXI cuesta imaginarlas tantos siglos atrás. Alguien debió perderlos en la calzada romana que cruzaba el Pirineo occidental y allí se han encontrado. Nada se sabe sobre si sus dueños tuvieron algo en común, solo que debían tener un gran poder adquisitivo.

Tal vez no se perdieron y fueron robados, enterrados y nunca recuperados. El caso es que de pronto se ha encontrado oro en el Pirineo. Hay otras bonitas historias sobre anillos de oro en esta zona, más recientes, duras también. Ahora gracias a los trabajos arqueológicos en Donazaharre, llevados a cabo por un equipo de investigadores de los dos lados de la muga, se ha localizado el anillo de oro de 2.000 años de antigüedad, uno casi igual al excavado en Zaldua (Auritz –Burguete) en el 2018, por la Sociedad de ciencias Aranzadi.

Un hallazgo doble que más allá del valor arqueológico, que lo tiene, ya que según cuentan aunque este tipo de anillos eran comunes durante el imperio romano en Europa no es común que estén en tan buen estado de conservación, también pone en valor la apuesta por esta colaboración transfronteriza, como recordaba ayer la Vicepresidenta Ana Ollo. Porque a veces el verdadero oro del Pirineo no es algo tangible, pero igualmente valioso. Es ser capaces de buscar y crear lazos entre las personas, los pueblos, las instituciones, el tejido socioeconómico, la cultura, alianzas que sean solidas y aguanten el paso de los años, como los anillos de oro.