No podré votar por Yala Nafarroa con Palestina para que lance el txupinazo y el cielo se avergüence. Así que dejaré aquí mi voto. Creo que el resto de propuestas tienen tiempo de lanzarlo. El año que viene, si viene, o el que sea. Sin embargo Gaza no puede esperar. Aun con nueva tregua trampa.
Que Yala lance el txupinazo será un acto simbólico de gran impacto internacional. Y será, como no podría ser de otra manera, un acto político. Claro, como tantos gestos diarios revestidos de inocencia viciada.
Porque no se puede pasar de puntillas, ni ser equidistante, ante esta masacre gazatí. Porque hasta el silencio miedoso y colaboracionista que inunda el mundo, también es político. ¿Te suena de algo Melody?
Pero además, Yala no es una candidatura personal, cuestión que deberíamos revisar en favor de lanzaderas colectivas si reclamamos fiestas fusionadas e inclusivas. Yala agrupa, a 225 colectivos sociales y ONGs frente al genocidio y ocupación palestina. Y llevan años.
Pero Yala competirá con otras candidaturas que tendrán sus votos. No tanto por ellas sino contra ella, contra Yala, que será la candidatura a combatir bajo el viejo lema de ¡fiestas sí, política no! Pero, ¿acaso no se está mezclando la sangre con las oraciones y el derecho divino con los bombardeos?
Ana Ibarra, compañera quintacolumnista, decía hace unos días en un editorial de este periódico que “llenar la Plaza Consistorial con banderas de Viva Palestina Libre no debe ser un simple gesto de solidaridad, sino un ejercicio de humanidad, justicia y defensa de los Derechos Humanos”.
Se podría redoblar esta apuesta con un minuto de silencio tras el gran estallido. La apuesta es arriesgada, sí. Pero ese minuto de silencio sería el más sonoro de la historia de esta ciudad. Un silencio agónico y humanitario para frenar este infanticidio. Un silencio que cuestiona toda celebración posterior. Ya lo siento.