Me gustaría que el chupinazo lo echasen las y los representantes de la asociación Yala Navarra por Palestina, como han propuesto desde la Federación de Peñas y el Centro Deportivo y Cultural Dominicano de Navarra. No me cabe duda de que las otras candidaturas son también muy merecedoras del honor, pero tal vez los familiares de personas con Alzheimer y otras demencias, los gaiteros de Pamplona, Alberto Gurrea y Juan José Martinena puedan esperar otra ocasión. Lo que no se puede demorar es la denuncia pública del vergonzoso genocidio de Gaza.
Es sabido que hay que aprovechar los micrófonos, los minutos de gloria y todas las ocasiones en las que se nos pone encima el foco mediático para lanzar mensajes importantes. Lo que se diga desde el balcón del Ayuntamiento de esta pequeña ciudad el 6 de julio a las 12 del mediodía va a tener resonancia mundial. Esto es así y lo sabemos de antemano. Por eso propongo dos ideas más: que sean dos personas las que lancen el cohete, una representando a la asociación y a todo el trabajo de solidaridad que se hace desde todos los rincones del mundo, y otra persona de origen palestino.
La otra idea que me aventuro a proponer es que justo antes de lanzar el chupinazo, porque después no lo veo factible, se guarde un minuto de silencio por todas las víctimas. Sería realmente impresionante parar el fervor de la fiesta, congelar toda esa energía acumulada a lo largo de 356 días, toda esa marea de alegría incontenible, para denunciar esta salvajada con el más sepulcral de los silencios. Ya sé que estoy pidiendo algo difícil, pero sería un gesto hermoso. Como ciudad solidaria y humana lo podríamos hacer, ¿no os parece?