El PP volvió a salir a la calle junto a miles de personas (alrededor de 50.000 según la Delegación del Gobierno) -pero muy lejos de las expectativas generadas por el partido- para pedir elecciones anticipadas y hablar de dictaduras. El partido que sostiene a Mazón -gente “honrada” como insinuaba Feijóo participó en una marcha a la que no acudieron los líderes de Ceuta, Melilla, Cantabria, La Rioja, Aragón y Catalunya, y sigue haciendo alarde de una unidad en la derecha que no existe. Se trata de la sexta manifestación convocada por los populares en esta legislatura, sacando toda la artillería ultra por parte de quienes no aceptan que no habrá elecciones anticipadas antes de 2027, tampoco una moción de censura, y se alejan de cualquier posible pacto con los socialistas tal y como lo escenificaron en la última cumbre de presidentes autonómicos. Las sospechas de corrupción -casos complejos que están en los juzgados- han ensombrecido el gobierno de Sánchez que sí ha obtenido el aval del Constitucional al núcleo de la ley de amnistía que trata de normalizar la situación en Catalunya, y ha sabido integrar no sin dificultades nacionalismos con otras fuerzas de progreso en el Estado y con réplicas autonómicas. Han pasado 50 años desde que se inició un largo y difícil camino para recuperar la libertad y la democracia, muchas de las cuales están en peligro por quienes pretenden recortar esos derechos y se alimentan de las viejas recetas que auparon el franquismo como enfrentar identidades y lenguas, y unificar bajo un mismo mando. Flanqueado por Aznar y Ayuso el presidente popular va asumiendo el discurso extremista que protagoniza la experta en sabotajes: “España no es plurinacional” y “así es como nacen las dictaduras”, comparando el Estado español con Venezuela, destacó la presidenta madrileña que junto con Almeida intervinieron antes que Feijóo. El PP trata de marca perfil propio pero copiando eslogans de Vox (’mafia o democracia’) mientras refrendan pactos presupuestarios con Vox en Murcia, Valencia y Baleares. La retórica populista que apela a la libertad y habla de cloacas y corrupción evita hablar de políticas de vivienda, de un nuevo modelo de financiación autonómico, de la oficialidad del euskera, el catalán y el gallego, de derechos sociales o de contratos de trabajo para inmigrantes que ya viven aquí. Desvía temas como los retos defensivos y económicos de Europa o el avance de las fuerzas conservadoras y ultras en la UE.
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