El carisma no existe, es una mágica invención del poder y la religión. Como tampoco existe el liderazgo, otra entelequia para envolver de fascinación el ejercicio de la autoridad. Con estas farsas se han construido muchas tragedias humanas. En la realidad, donde la admiración tiene límites racionales, unos mandan y otros obedecen, con buenos y malos jefes, dentro de invariables estructuras piramidales. Causa risa que haya cursos de liderazgo y gurús que imparten conferencias.
De estos asuntos también tratan historias de la tele, películas y no pocos libros. Ahora mismo hay dos series sobre la falsa capacidad de atracción de unas personas sobre otras con fines de curación. La nueva temporada de Nine perfect strangers, con Nicole Kidman como gurú de la psicología para la sanación mental, coincide con Matices, producción española que encabeza Elsa Pataky, cuyo papel se asemeja al de la australiana en su afectación. Coinciden en su elitismo, escogiendo a sus privilegiados pacientes, nueve con Kidman y seis con Pataky, que acuden con traumas y tormentos a recintos de gran lujo, un hotel en los Alpes austriacos o una bodega perdida en el paraíso. Una utiliza drogas sofisticadas y otra vino de reserva.
El modelo de los dos relatos es idéntico en su propósito de penetrar, uno por uno, en las almas afligidas de los personajes. Y así una historia se desparrama en varias, pero siempre centrifugadas por un único espíritu hechicero, que manipula a su antojo porque los pobres ricos creen poder comprar la superación de su victimismo. Las dos son exquisitas producciones, una de Hulu (autora de El Cuento de la Criada) y otra de Secuoya, para un público que aún cree en fantasías y mitos de salvación milagrosa.