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Gila en la Casa Blanca

“Quiero dar las gracias a Irán por avisarnos (del ataque del lunes)”, dijo Donald Trump imitando el monólogo de Gila cuando telefoneaba al ‘enemigo’

Gila en la Casa BlancaMICHAEL REYNOLDS

“¿Es el enemigo?”. Un sosías de Miguel Gila ha ocupado el despacho oval de la Casa Blanca. Pero en lugar del casco de guerra con el que se caracterizaba el humorista, el imitador viste una gorra beisbolera roja como si fuera el pitcher de un equipo de las Grandes Ligas: solo le falta lanzar un escupitajo al suelo con los restos del tabaco masticado.

Gila, teléfono en mano, hablaba con un enemigo del que no se escucha la voz porque es él mismo, escenificando desde el humor que el papel de quien es el malo o el bueno depende, a veces, de si llamas o descuelgas. Describía Gila la tragedia de las guerras con monólogos surrealistas que, desde la humanización de los combatientes, intentaba transmitir el absurdo de resolver las diferencias a tiros o a cañonazos. “Le quería preguntar una cosa. ¿Ustedes van a avanzar mañana? ¿A qué hora? Y ¿no podrían avanzar por la tarde? Después del fútbol”. La frase del cómico encajaría en las reacciones a las que nos está acostumbrando el histriónico Donald Trump. Bien podía haberla incorporado al mensaje que, vía red social X, lanzó al Gobierno de Irán después de que este decidiera atacar una base americana en Doha (Catar).

Quiero dar las gracias a Irán por avisarnos, lo que ha facilitado que no se perdieran vidas y que nadie resultara herido”. Si no estuviéramos al borde de un conflicto planetario, pendientes de un sujeto de reacciones imprevisibles, la respuesta es para troncharse. Ya lo dijo Gila: “¿Van a venir muchos? ¡Hala!, que bestias. Yo no sé si habrá balas para tantos. Bueno, nosotros las disparamos y ustedes se la reparten”. Porque da la impresión que el presidente de Estados Unidos se toma la guerra a cachondeo, bien por prepotencia, bien por inconsciencia. Por ejemplo, anuncia que se da un plazo de dos semanas para castigar a Irán y destruye tres instalaciones nucleares dos días después; si jugaba al despiste, le faltó añadir: “¿Podría parar la guerra una hora o así, porque se nos ha ‘atrancao’ el cañón…?”. Y el lunes por la noche, lanza urbi et orbi que Irán e Israel habían pactado un alto el fuego total. Qué risas Donald. Solo espero que, como en el monólogo de Gila, abandone las armas y se vaya a su casa.