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Mesa de Redacción

Félix Monreal

Diarrea mental

Diarrea mentalJavier Bergasa

No he vuelto a la playa de Hondarribia desde el día que casi me doy de morros con un enorme zurullo que flotaba en el agua. Desde entonces desconfío de esos bañistas un poco alejados que ni nadan ni chapotean: sospecho que algo ocultan. O algo evacúan, sean aguas mayores o menores. Un apretón puede hasta con el más pulcro; y si el problema de fondo es de vientre, salen nadando de la escena del vertido a toda velocidad o bien con el mutismo de quien se le cae un pedo en público.

En fin, puede ser comprensible que, como la historia que cuenta y canta Víctor Manuel de los dos guajes pastores que caminan a Gijón para ver el mar, “con tanta humedá apetez mesiar”. Pero de ahí a lo que está ocurriendo en centenares de piscinas de todo el Estado hay un trecho largo de comportamiento incívico y guarro. Sucede que está circulando un reto viral que consiste en defecar en una piscina y hay montones de marranos dispuestos a emular el desafío.

La gamberrada obliga a aplicar un protocolo sanitario que incluye el cierre de las instalaciones hasta que desaparezcan las bacterias. En la localidad vizcaína de Sopelana las han clausurado hasta en nueve ocasiones en lo que va de verano. Para tanto tonto sugiero un remedio: aplicarles dulcolax o plantaben y retenerlos una hora en una piscina de plástico sin opción de salida. Igual se les pasa la diarrea mental.