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En confianza

Javier Vizcaíno

Dos años del 23-J

Dos años del 23-JDaniel Gonzalez

Cuando despertó, Pedro Sánchez todavía estaba allí. Siete años lleva la santa alianza diestra pronosticando que no llegará a la próxima Nochevieja, pero cada mañana se despierta en La Moncloa o en la glamurosa habitación de hotel a la que le haya llevado el cargo del que no consiguen descabalgarlo. Es verdad: ayer volvió a pasarlo regular tirando a mal en el último pleno del periodo de sesiones en el ahora llamado solamente Congreso. Pero que le vayan quitando lo bailado. A pesar de su precariedad parlamentaria y judiciosa, continúa franqueando metas volantes y efemérides. Hoy, sin ir más lejos, se cumplen dos años redondos de aquellas elecciones generales que se jugó a cara o cruz y de las que, pese al batacazo, consiguió salir vivo. Tanto, que cinco meses después revalidaría la presidencia del Gobierno, forzando por el camino a Feijóo a presentarse a una investidura imposible de la que el gallego salió humillado. Luego, el propio líder genovés se colgaría a sí mismo el sambenito chusco de presumir de no ser presidente porque no quiso. Volviendo a la conmemoración, aquella noche electoral figura en mi memoria –junto a la de los comicios vascos de abril de 2024, que ganó el PNV de Imanol Pradales por un suspiro– como una de las más emocionantes que me ha tocado cubrir. A las ocho de la tarde parecía que todo el pescado estaba vendido. Todas las encuestas a pie de urna vaticinaban una amplia victoria del PP que, sumando los escaños de Vox, alcanzaba de sobra la mayoría absoluta. Algunas declaraciones celebratorias prematuras forman parte desde entonces de las antologías del bochorno. Cuando llegaron los primeros votos escrutados, algo empezó a no cuadrar. Crecía el porcentaje, y a los de Feijóo seguían sin salirles los números. La victoria no estuvo nunca en peligro pero conforme se completaba el panel fue quedando claro que aquella euforia histérica de Génova encallaría, antes o después, en la realidad: Sánchez había vuelto a resistir. Y ahí sigue.