Palestina vuelve a afrontar un capítulo de terror en su interminable conflicto de resistencia contra la ocupación ilegal de sus tierras por parte del Ejército de Israel, ahora con la conquista total de Gaza, mientras el Gobierno de Netanyahu aprueba un nuevo plan de asentamientos, igualmente ilegales para construir otras 3.400 viviendas en tierras de Cisjordania.
La invasión de Gaza es inminente después de que Netanyahu se haya impuesto a las reticencias de la cúpula militar israelí y es también un paso más en la limpieza ética, desplazamientos masivos y crímenes de guerra que lleva cometiendo desde los atentados terroristas de Hamas del 7-0 de 2022. Más de 61.000 personas, la mayoría civiles inocentes y 18.000 niños y niñas entre ellos, han sido asesinadas por bombardeos, ataques militares, disparos de francotiradores o por el uso del hambre, la falta de agua, la falta de medicinas y la destrucción del sistema sanitario palestino como armas de guerra. Y nada indica que todo ello se vaya a detener.
Tras la última oferta de tregua de Egipto y Qatar aceptada por Hamas, la respuesta de Netanyahu, despreciando la presión y la indignación internacional, ha sido acelerar sus planes para arrasar Gaza y ha convocado ya a 60.000 nuevos reservistas. Los tanques y la maquinaria pesada del Ejército de Israel ya están a las puertas de la ciudad de Gaza a la espera de que la aviación deje la ciudad reducida a escombros barrio a barrio.
Cientos de miles de palestinos abandonan la ciudad en un nuevo desplazamiento forzoso interno en Gaza donde ya no hay lugar en el que refugiarse. La ONU y el resto de las organizaciones internacionales encargadas de velar y defender la Legalidad Internacional y los Derechos Humanos han sido apartadas con violencia y asesinatos –los trabajadores humanitarios–, descalificadas y denunciadas como en el caso de los miembros de la Corte Penal Internacional.
Netanyahu sabe que tiene todo el campo libre pese el rechazo masivo internacional, la UE incluida aunque sea con la boca pequeña, a su decisión de invadir Gaza a sangre y fuego, mientras cuente con la complicidad de Trump. Y necesita extender en el tiempo la matanza porque su fin abre la puerta a tener que afrontar la sucesión de procesos judiciales que ha logrado eludir bajo la excusa de la situación de guerra. No hay luz en este interminable túnel del conflicto en que vive atrapado el pueblo palestino desde 1948.