Itziar Miranda lo hace bien como presentadora, pero el concurso La pirámide es un absoluto horror. Tras el (cantado) fracaso de Jeopardy en TVE (ya fue un fiasco décadas antes en Antena 3), en la tele pública han optado no ya por tropezar con la misma piedra sino algo peor, estamparse contra el muro de hormigón de adaptar otro programa viejuno y aburrido de la tele yanki sin aportar nada nuevo que lo haga digerible en 2025. Al contrario, La pirámide es un concurso tontorrón, lento, repetitivo, aburrido y muy, muy arcaico donde todos los elementos de los que se compone ya los hemos visto demasiadas veces en demasiados programas desde hace demasiado. La pirámide del plató, donde esperan los aspirantes durante semanas para salir a jugar, no es otra cosa que el panel de VIP Noche pero sin aportar nada al juego y en modo triangular y desequilibrado (¿Tanto costaba poner 4,3,2 y 1 casilla en cada piso?); los juegos de palabras los hemos visto antes en 3.000 programas, igual que lo de identificar imágenes, cancioncillas, emparejarse con un famoso y hasta esa cabina con el aire revoloteando papeles ya se utilizó en otros tropecientos concursos. Todo está visto y está caduco (hasta el decorado parece de los años 80) y así ni sorprende ni entretiene.
No es solo eso, La pirámide juega siempre con los mismos aspirantes, incapaces de escribir la mayoría de ellos de forma correcta una simple palabra con su tilde bien puesta. Para ellos supone un chollo quedarse a vivir allí (con lo caros que están los pisos) y para el espectador la primera demostración del bajísimo nivel de las preguntas y de los concursantes “Te recuerdo que la palabra lleva tilde, te recuerdo que antes de la be hay que escribir eme...”, explica la presentadora a los reincidentes.
Nos vendieron el programa, a bombo y platillo, con el cebo de ser el concurso que más veces se ha adaptado del mundo (como si eso fuera sinónimo de éxito) y que pone en juego el mayor premio de los concursos diarios de TVE (100.000 euros), pero ha resultado ser una auténtica estafa piramidal donde el espectador no tiene nada que ganar porque no se salva ni la aburridísima y caótica prueba final.
Tan mal ha ido el concurso que no ha aguantado ni medio agosto, que es el mes que televisivamente lo soporta todo, y lo han apeado de las tardes de La 1 para reubicarlo en el maratón matinal de concursos fracasados de La 2 sin posibilidad de continuidad porque han cancelado las grabaciones.
Lo sorprendente del asunto es que algún mandamás de TVE esté tan perdido como para creer que este concurso caduco podía funcionar sin el factor nostalgia. Y más alucinante resulta aún que hayan preferido quitárselo de encima sin tener un recambio haciendo que La 1 conecte cada tarde con La 2 con tal de no seguir emitiéndolo.