¿Quién quiere ser autónomo?
El autoempleo no es una elección hoy: es la última de las opciones, la menos deseable
Hagamos números
Por muchos números que hagamos la cuenta no sale: “Un trabajador necesita 52 años de salario para comprar una vivienda en el Estado español” (Diario Socialista). Las comunidades donde la situación es más grave son “Madrid, Catalunya y Balears”, gobernadas por PP, PSOE con el apoyo de ERC y los comunes (Sumar, para que nos entendamos todas y todos) y PP con el apoyo de Vox, respectivamente. Y esto sucedes, que nadie se olvide, con una ley española de vivienda apoyada por EH Bildu que lleva año y medio en vigor y agravando el problema. Si hablamos de alquiler, “el sobrecoste convierte el acceso a la vivienda en una quimera”.
¿Quién quiere ser autónomo?
Hace años que no hablo con una autónoma o un autónomo que no esté deseando dejar de serlo. El autoempleo no es una elección hoy: es la última de las opciones, la menos deseable, a la que te tienes que acoger sin remedio. Este planteamiento unido al de un sector público al que cualquier vasco o español quiere acceder, es un síntoma de mala salud. En el caso español, la enfermedad es visible: “El mes de julio perdió 7.286 autónomos, el peor dato para ese periodo en 3 años” (El Economista). Y la situación se va a convertir en insostenible: la fiesta de lo público se paga con los impuestos de las empresas privadas. Que nadie lo olvide.
Ideas brillantes
Seguramente sea porque hace poco que he vuelto de vacaciones, pero me quedé atrapado en el reportaje de La Vanguardia sobre cómo en las zonas turísticas italianas están sufriendo la espantada de clientes por el alza de los precios. Noticias similares han aparecido también sobre Andalucía, Comunidad Valenciana y Baleares. No parece que el ascenso de los precios haya alejado solo al turismo de borrachera: el familiar (que es el que más dinero reparte, según los expertos en el tema) también se ha retraído. Menos días, menos dinero en la cartera por el precio del hotel y menos alegría dan un resultado nada sorprendente.
Estoy de acuerdo
Elisa Beni aborda en El Nacional lo que sucede con los labubus, unos muñecos feos que, como ella misma explica, tienen “tres características muy propias de este capitalismo de la estupidez: los promocionan influencers y cantantes; son coleccionables, con lo que el deseo no termina con una adquisición, y algunos están autolimitados por el productor, de manera que conseguirlos es la ilusión de muchas gentes. No solo les aportaría exclusividad, sino que, si es un modelo raro, podrían venderlo por 10.000 €”. Como dice Beni, la moda “pasará”, pero vuelve a dar medida de un sistema consumista insostenible y que nos agilipolla.
Y la cultura, en la cola
El ataque de Donald Trump al conocimiento debe ser una oportunidad para espolearnos, para recordar que ir a la universidad y aprovechar el tiempo, algo que quiere evitar, es bueno. Que visitar un museo y dedicar tiempo a lo que más interés te genera, es bueno. “La purga ideológica” (El Diario) que el presidente quiere imponer es una imbecilidad sin discusión. Trump ha dicho en su red social que “el Smithsonian está fuera de control”, y justo ahí está la clave: en el control, en el revisionismo, en el que quien tiene el poder imponga el relato sin tener en cuenta a historiadores, profesores y expertos. El conocimiento es salvador.