El debate político en Navarra se va extremando hacia las mismas posiciones de ruido y barullo y falta de argumentos que vienen alimentando los cielos de la agenda pública desde Madrid. En realidad, en Navarra se lleva navegando por esas penosas aguas desde que las derechas perdieran el Gobierno en 2015, pero desde entonces todo ha ido a peor. Como los tiempos, que ya son nuevos y otros. Peores creo. La presidenta Barkos fue el objetivo entonces de aquella persecución y señalamiento permanente y ahora los es la presidenta Chivite. Los argumentos difieren, pero la causa es la misma: no poder recuperar el poder porque los navarros y navarras votan en las urnas otra mayoría. Es la política de corta y pega que practican UPN y PP, con Vox fumándose un puro mientras espera que las nueces caigan del árbol en el momento de la cosecha electoral. Un ejemplo claro de que la agenda política de las derechas cada vez tiene menos que ver con los intereses reales de Navarra y más con su estrategia insistente en la información basura y las descalificaciones. Por supuesto que UPN tiene razones y legitimidad democrática para aprovechar la actual coyuntura política generada alrededor del llamado caso Cerdán y ejercer una oposición insistente y contundente. Entiende que el actual Gobierno, y en especial el PSN, parece noqueado y es un buen momento para acrecentar la presión. Es una obviedad y un clásico del devenir político. Pero parece que se aferra a esa presunta trama como si hubiera descubierto el bálsamo de Fierabrás, que en boca de don Quijote se presentaba como la panacea para solucionar todos los problemas de salud. En el caso de UPN, los problemas de salud política tras más de 10 años en la oposición. Un clavo ardiendo que le permita alimentar un discurso de oposición que sería más efectivo si se ahorrara las acusaciones sin pruebas y el tono de insultos. Aunque sea lo que se lleva ahora a todo ritmo. Y olvida que tanto un bálsamo idealizado como un clavo ardiendo pueden derivar en problemas y en quemazos más que en beneficios. Ni Navarra es el núcleo de la corrupción en el Estado ni el Gobierno de Navarra ni sus miembros están salpicados por ninguna causa ni investigación vinculada con la corrupción. Es una mentira que por mucho repetirse no se convierte en verdad. Solo perjudica la imagen y la realidad de Navarra que es, afortunadamente, mucho mejor que el todo mal que las derechas insisten en transmitir. Es en la mochila de UPN donde acabarán pesando los lastres de ese camino equivocado de la mano de los intereses del PP y Vox en Madrid. Caer en la dinámica de faltar a las mínimas reglas del respeto democrático a quienes representan institucionalmente a Navarra se volverá en su contra. Y lleva a un camino sin retorno en el que UPN acabará siendo obligado a converger de nuevo con el PP en una lista electoral en Navarra, lo que será un obstáculo casi insuperable para recuperar el Gobierno. Las últimas encuestas en Navarra no hablan precisamente de cambio de ciclo ni tampoco de la llegada del tiempo de UPN. No es por ahora ese el escenario de juego e Ibarrola y Esparza debieran darle una vuelta. No tanto al fondo de sus oposición y argumentos como a las formas y a la escenificación de esas formas. Ahí esta el inaceptable discurso racista del alcalde Valtierra.
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