Margarita tiene 101 años y mucho nervio. Cuando el sol calienta la tierra y los cuerpos, sale a la calle protegida por un amplio sombrero y unas gafas para salvaguardar los ojos; unos globos chispeantes y saltarines, expresión a primera vista de su personalidad. Hasta hace bien poco, si el día amanecía desapacible, aprovechaba las zonas cubiertas de la plaza para cumplir con el hábito de caminar. Ahora, con todo ese espacio patas arriba, el piso reventado, el laberinto de vallas que simulan un escape room, el polvo que lo cubre todo, el ir y venir de la maquinaria, todos esos obstáculos le impiden salir de la vivienda ni en silla de ruedas. Me la imagino en su casa como una pantera encerrada en un zoo.

Su camino vital, como el de sus coetáneos, fue complicado por los tiempos que le tocó vivir y por su vida misma (viuda a los 60 años y madre de cinco hijos). Margarita es la única superviviente de dos familias con muchas cuñadas, cuñados y sobrinos. Lo malo de acumular tantos años son las despedidas, el ver morir a personas más jóvenes, el palpar día a día que eres el último reducto de la primera línea. Y entre lo bueno, contemplar cómo en tu árbol genealógico nacen ramas nuevas. Seguro que solo por eso ha merecido la pena llegar hasta aquí.

Margarita es una de las 279 personas que en Navarra han alcanzado la categoría de centenarias, esa meta que cincuenta años atrás solo cruzaban unos pocos elegidos. Una rara avis que llamaba la atención de los medios de comunicación como si fueran ejemplares en vías de extinción. Los periodistas indagaban en busca de la fórmula de la inmortalidad y de sus componentes básicos; lo extraordinario llegaba cuando los matusalenes descubrían que el consumo diario de vino, el seguir tomando una copita de alcohol, el fumar o el consumo de mejillones durante años no habían hecho mella en su organismo sino todo lo contrario.

Ante esto, la ciencia trata de descubrir en la población centenaria si hay unas claves biológicas que puedan aplicarse al resto de humanos. A ello se ha aplicado el Gobierno de Navarra poniendo en marcha el proyecto BIOANCIENT que pretende “identificar tratamientos específicos que permitan desarrollar estrategias preventivas individualizadas capaces de retrasar el envejecimiento y prevenir enfermedades crónicas asociadas, enfocándose en lograr vivir más con mayor calidad de vida”. Los chinos ya están en ello y el presidente Xi Jinping habló en voz baja de proyecciones científicas que apuntan a que este siglo podría abrir la puerta a vidas de hasta 150 años. Lo comentaré con Margarita.