Esta semana se ha celebrado el Día de las personas mayores, una jornada para reflexionar y reivindicar el papel de este colectivo en la sociedad actual. Pero ¿Cuándo se es mayor? Es curioso, el tiempo pasa igual en cualquier etapa de la vida pero no la manera en que lo percibimos. ¿Qué es ser mayor? Es una pregunta que va más allá de la edad. Que tiene que ver con cómo nos sentimos, no solo con cómo nos vemos. Ni con los años que se tengan.
Cuando eres niña la edad es algo que no pesa, al revés, casi siempre se quiere ser un poco más mayor para poder acceder a todo aquello que te queda fuera cuando eres demasiado pequeña para... En la adolescencia, el deseo de crecer se expande y se estira hasta lograr esos ansiados 18 que son la puerta a una nueva vida. Y te adentras en ella sin saber muy bien los destinos ni el camino que seguirás, pero con la fuerza de quien se sabe con toda la vida por delante.
Y avanzan los años y van pasando etapas y en todas ellas crecer es ir hacia adelante. El mundo es de los jóvenes. Lo ha sido siempre y lo es cada vez más. Y llega esa juventud soñada que se vive con toda la intensidad, con fuerza, con seguridad, con ilusión, a veces también con miedos e incertidumbre, eso es verdad, con alguna preocupación asomando que nos va acercando poco a poco a la vida adulta, a ese momento en el que ya te empiezan a llegar facturas a tu nombre, con suerte te independizas, inicias un nuevo proyecto de vida y tienes la sensación de estar cerca de ser mayor.
Hasta que llega un día en el que la balanza se va desequilibrando, con los hijos, si los hay, ya con cierta autonomía, cuando empiezan a ser más los años vividos que los que quizás te queden por delante. Pero entonces tampoco se es muy consciente. Es la plenitud, cuando ya en la calle nadie te llama joven pero tú te ves como siempre. Cuando la vida personal y profesional se va encauzando o se desborda, cuando los 40 y los 50 te hacen vivir a tope siendo un poco más consciente de que el tiempo, ese que parecía hace poco infinito, ya no lo es.
Y se acumulan pérdidas importantes y los ratos de risa son menos, pero más aprovechados. Y se llega a los 60 y ya en el entorno se habla de la salud y de cuando jubilarte. Llegar bien a esa cima es lo importante, como en la montaña, sabiendo que aún queda cuesta para ir bajando. Envejecer es así, empieza el descenso, caminar despacio para seguir avanzando. Y pensar en los 80 y en que otros, sobre todo mujeres, llegan a los 100. Hay vida en todas esas décadas.
Por eso hay que frenar esa tendencia social que lleva a la discriminación de los mayores, a aislarles y más en un mundo cada vez más tecnológico, apostando por el entendimiento entre las diferentes generaciones. Porque cuando eres joven ser mayor te pilla lejos, pero se acaba llegando. Esa es la suerte.