El alemán Jurgen Klopp, de 58 años –que ya es una edad– y con una fortuna de más de 40 millones de euros –que ya es un pastón–, anuncia que deja de entrenar –ni siquiera de manera definitiva, sino “de momento”–, y causa una gran sorpresa en el mundo del fútbol, para nuestra no menor sorpresa. Que haya tantos entrenadores que parezcan decididos a morir en el cargo nunca deja de asombrarnos.
¿Qué les pasa a Pellegrini (72 años), Bielsa (70), etcétera? ¿Que no les aguantan en casa? ¿Que solo se sienten vivos a pie de campo? No es que queramos jubilarlos a la fuerza, pero ¿qué necesidad tienen de seguir ahí? Si se supone que trabajamos para vivir, y no al contrario, y si han tenido tantos años un trabajo estupendamente pagado, ya se pueden financiar el hobby o el lujo que les dé la gana. Pero se ve que el único que tienen es el fútbol en activo. Y está tan normalizada esa actitud que el paso atrás de Klopp sorprende al personal.