El jueves tenía convocado un acto el agitador ultraVito Quiles en la Universidad de Navarra. No hace falta decir que el interés que persigue este pseudocomunicador es alcanzar notoriedad a través de su comportamiento reiteradamente provocador e incompatible con la ética periodística. Quiles sabe que solo con difundir la convocatoria que anuncia su presencia se encienden las redes y se organizan contramanifestaciones. Es justo lo que busca y lo que sucedió en Pamplona. En absoluto le importaba celebrar o no el dichoso acto en el que iba a reunir menos seguidores que en cualquier fiesta estudiantil en un piso de Iturrama.
La cuestión en estos casos es si debe aplicarse aquello de que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio o si por el contrario hay que poner pie en pared y dejar claro que su discurso, inadmisible en cualquier punto del planeta, aquí no se tolera. La movilización antifascista convocada por diversos colectivos consiguió su objetivo de impedir el acto, que además no contaba con autorización universitaria, y luego prosiguió con unos altercados más que reprochables. Para entonces, el propio agitador ultra había vuelto a mentir una vez más al escribir en la red social X que el encuentro previsto en el exterior de la Facultad de Comunicación se suspendía debido a la “amenaza de proetarras y abertzales desplazados del País Vasco a Navarra” y asegurar que la Policía había interceptado “16 cuchillos y navajas en un registro aleatorio realizado en Pamplona a dos autobuses procedentes de Bilbao”. Hace ya muchos años que sólo apelan a ETA quienes teóricamente deberían estar más distanciados.
Abundan los nostálgicos que anhelan volver a aquellos infaustos tiempos entre quienes sostienen la simplista y falsa conclusión de que EH Bildu es ETA, desde la premisa de que cualquier acuerdo político en el que participe la izquierda abertzale significa pactar con los terroristas. Un discurso que mayoritariamente no cuela, pero que la derecha rescata porque sabe que recuperaría el Gobierno de Navarra y muchos ayuntamientos si se excluye de la ecuación a Bildu. No hay más que leer las declaraciones que la derecha hace de estos incidentes para corroborarlo.