No son nuevas las críticas a ciertos políticos por el uso poco claro o incomprensible del lenguaje y a éstas me sumo tras leer el reciente acuerdo presupuestario alcanzado en el Ayuntamiento de Pamplona. Entre otras partidas, el Consistorio se gastará medio millón de euros en proyectos de “caminabilidad”, sea lo que sea eso. La palabra “resignificación” que aparece en el texto tampoco es recogida por la RAE. En este caso, no me extraña. ¿Qué significa “renaturalizar” la calle Nueva? y, aunque llevamos tiempo oyendo hablar de “amabilización”, el diccionario no le da significado. Yo, tampoco.
Seguimos: el presupuesto apuesta también por una red de espacios para el juego con “señalética” específica y por programas formativos para “mujeres monoparentales”. Cabe la expresión familia o madre monoparental, pero lo primero no es usual. Aunque sabemos a qué se refieren nuestros concejales, no existen los vocablos “reurbanización” y “supermanzana”. Lo mismo diré de “comarcalizar”, por mucho que se apueste por extender servicios a la comarca. Hay más ejemplos que avalan las maneras que tienen algunos representantes públicos de llegar a nosotros y, frente a quienes acusan a la presión del lenguaje administrativo, otros sospechamos de una escondida intención de mantenernos entre sombras.
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