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Crítica del concierto de Manolo García: canciones con alma para tiempos desalmados

Fotos del concierto de Manolo García en BaluarteJavier Bergasa

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Con un escenario cuidadosamente decorado con focos, lunas llenas de papel de plata, un butacón, una silla de oficina y varias cigüeñas, Manolo García no se hizo demasiado de rogar. Tan solo diez minutos sobre la hora prevista; su público, numeroso y entregado, supo perdonarle sin aspavientos. La espera terminó cuando el artista apareció por una gran puerta que había en un lateral del escenario, seguido por sus músicos. Juntos comenzaron a tocar Pequeña e ingenua reflexión, de su último álbum (Drapaires poligoneros, 2025), a la que siguió Zapatero, de su debut en solitario (Arena en los bolsillos, 1998). Como había anunciado, estos dos discos iban a ser el eje del repertorio de esta gira de teatros. Después vinieron casi tres horas de concierto en las que no hubo sorpresas. ¿Y qué significa que no hubo sorpresas? Pues que el cantante se entregó hasta la extenuación (y eso que venía resfriado); que el sonido fue extraordinario, perfectamente ecualizado y rico en detalles instrumentales; y que la comunión entre público y artista fue plena y sin fisuras.

CONCIERTO DE MANOLO GARCÍA

Fecha: 16/11/2025

Lugar: Baluarte

Incidencias: Muy buena entrada, prácticamente lleno. Casi tres horas de actuación.


De entrada, al catalán hay que reconocerle el empeño por seguir entregando canciones nuevas regularmente, acto de rebeldía por el que cada vez apuestan menos artistas. Y no solo eso: una vez publicado su nuevo material, le reserva un espacio predominante en sus conciertos, algo del todo infrecuente en cantantes y bandas veteranas, que prefieren jugar sobre seguro con sus viejos éxitos. Si quisiera, Manolo García podría llevar décadas dormitando plácidamente en un frondoso bosque de bien merecidos laureles (pocos músicos de este país pueden presumir de una colección de hits tan apabullante, tanto con El Último de la Fila como en solitario). Pero si lo hiciera, ya no sería Manolo García. Y es una suerte que siga regalando sus poemas musicados; a veces más costumbristas, a veces más sociales, pero siempre tan inconfundiblemente suyos. Es su manera de habitar el mundo, y también su manera de incidir sobre él, desperdigando entre líneas su visión sobre el estado de las cosas. “Quiero indignarme con los indignados”. “Nada es fácil aquí; la vida es para ti, hoy, cien puertas cerradas. Nada es fácil aquí; solo tienes tu voz, si consigues alzarla. No estás solo, tienes tu voz”. “Que nadie es de nadie, que cada uno es de sí mismo”. “Que al mismo yugo con el que quieres atar a otros estarás atado”. Son algunos de sus versos supurando humanismo y bonhomía. Canciones con alma para tiempos desalmados.

Volviendo al concierto, a Manolo le acompañaron ocho músicos que iban entrando y saliendo del escenario según las canciones lo iban requiriendo. Con una banda tan nutrida y versátil (hasta cuatro guitarras, bajo, teclados, batería, violín y percusiones), el acabado fue imponente. Destacaron, por citar: los bellos punteos de Un nudo gordiano, las guitarras españolas y el violín en la desnuda La sombra de una palmera, o la más aguerrida A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando, que enardeció los ánimos del respetable. A pesar de que entre los dos discos que conformaron el repertorio ha pasado más de un cuarto de siglo, las canciones se iban alternando con suma naturalidad. No cabe duda de que las más antiguas cuentan con un mayor peso sentimental en la memoria sus seguidores, que las hicieron suyas hace ya muchos años.

Así, la emoción se desbordó cuando sonaron himnos como Carbón y ramas secas, Pájaros de barro o Prefiero el trapecio. Solo en los bises miraron hacia otras épocas de su carrera: Somos levedad, Nunca el tiempo es perdido, Un giro teatral… Incluso un par de rancheras (El rey y Volver, volver), y un único guiño a El Último de la Fila (Insurrección). Magnífico, como siempre, don Manolo García.