No sé que parece más cargante, si toda la operación de marketing internacional pro-monarquía orquestada en torno a la casa de Windsor, o la actitud de los dueños del bar del mismo nombre, ocupando con sus terrazas espacios de la Plaza del Castillo que no les pertenecen.

Si los británicos se hicieron con medio mundo, los de aquí se están haciendo su particular política colonial apoderándose de buena parte de la acera que va desde la Bajada Javier hasta el Hotel la Perla. Entiendo que si no hubiese otro servicio de restauración en esos locales no pasaría nada e incluso sería de agradecer esa mega-terraza. Pero no es el caso, porque en el local donde hasta hace poco había una casa de apuestas hay ahora una cafetería-tienda-local cultural. Se trata de Laba, un espacio puesto en marcha por un amplio y diverso colectivo de jóvenes que tienen el interés común de hacer cosas en euskera. Durante el curso pasado organizaron mil y un actos culturales y artísticos y llenaron el local semana tras semana. Sólo hay una cosa que no han logrado: recuperar la terraza cautiva que por ley les. Los trámites llevan meses dando vueltas por el Ayuntamiento, o quizás todo el papeleo esté metido, sin más, en un cajón. El asunto es que mientras tanto el Windsor sigue haciendo caja. El lunes abre de nuevo Laba después del parón del verano y con una programación potente, pero, igual que antes, con unas mesas y unos toldos delante que no son los suyos. Y mi pregunta es: si fuese al revés ¿pasaría lo mismo? Esto es, si unos jóvenes euskaldunes plantasen una terraza en plena Plaza del Castillo, ¿cuánto tardaría el Ayuntamiento en resolver el expediente? Milisegundos.