Parece que Juan Manuel Lucena Carmona, conocido como Juan el legionario, es un estafador. Este exmilitar ha hecho durante estos últimos meses una gira dando charlas y entrevistas y, por lo visto, recaudando miles de euros para la causa ucraniana que, en realidad, no han debido de salir de sus bolsillos. En marzo estuvo en Pamplona y ofreció una conferencia en la Universidad de Navarra y otra en el Nuevo Casino. Incluso el periódico navarro que más esquelas publica le hizo un reportaje de página entera.

Nadie se imaginaba que su pulgar amputado, sus cinco días en coma en el hospital con visita y medalla de Zelenski incluidas, sus actos heroicos para salvar 357 vidas, su primer mes en Ucrania bebiendo sólo agua y comiendo galletas… iban a ser mentiras. Elaboró relatos conmovedores: “¿Que qué me decían cuando los rescataba? Nada. No hablaban. Solo se echaban a llorar y me llenaban de besos”. Un dechado de virtudes: “Cuando yo llegué, sólo chapurreaba un poco de inglés. Pero, al convivir 24 horas con ucranianos, aprendí fácilmente”. En otro momento de fervor llegó a afirmar que vio con sus propios ojos un sótano donde había más de 200 civiles sin comida ni agua desde hacía dos meses. Y mientras tanto fue pidiendo y aceptando donaciones para comprar uniformes, drones e incluso un 4x4, hasta que algunos militares, hartos, han destapado el asunto. Y además de estafador era mal soldado: hace 20 años fue condenado por un Tribunal Militar de Sevilla a ocho meses de prisión por un delito de deslealtad y mientras estaba en Ucrania sus compañeros lo describían como un peligro: “Fotografió las posiciones y subió las fotos a su Instagram, al día siguiente nos bombardearon y hubo heridos.” Una joya de hombre.