Tras el desastre atómico en Fukushima -según un experto, de apocalípticas consecuencias para los japoneses-, en Alemania Angela Merkel detenía 4 de las 17 centrales existentes con el fin de evaluar su seguridad, manifestándose el pasado fin de semana miles de alemanes contra del uso de las centrales en su país.
Aquí, en el sur de Europa, las estaciones de vigilancia de Bilbao, Barcelona, Madrid, Cáceres y Sevilla, afirman que han hallado, 20 días después, partículas atómicas radiactivas provenientes de la central japonesa, argumentando "que los niveles son muy bajos no siendo peligrosos", excluyendo a los siete reactores nucleares que hay en España, incluido Garoña -similar al reactor nº1 de Fukushima- distante de Tokio 250 kilómetros, suponiendo 138 desde la central burgalesa a Pamplona-Iruña.
Japón se ha arropado y beneficiado de esa peligrosísima energía -con sus indestructibles residuos-, consiguiendo alcanzar un tercer puesto mundial en avances tecnológicos, pero ha sido devorado parcialmente por esa fiera que decían que no era tan peligrosa, extendiendo sus perjuicios a varios continentes, penetrando en el interior de millones de ciudadanos, la imagen de la foto con la mujer japonesa portando una pancarta la semana pasada en la que se podía leer: No más bombas atómicas, más vidas durante una manifestación antinuclear frente a las oficinas de Tepco (Compañía Eléctrica de Tokio).
La energía eléctrica que consumimos para las clases bajas nunca ha sido asequible, siempre muy cara, con pocas o muchas centrales nucleares, siendo descaradamente abundantes los beneficios de Gas Natural Fenosa e Iberdrola, añadiendo a ello los escandalosos gastos espaciales, y basta con citar el último por parte de la Agencia Espacial Europea (ESA), donde muestra las recientes imágenes de los volcanes Ceraunius y Uranius de Marte, estando humana y racionalmente justificado invertir aquí, en el planeta Tierra, instalando e industrializando las energías limpias, lo que crearía puestos de trabajo para nuestras paradas/os.
La empresa Gamesa -también Acciona fabrica productos para el mundo energético- lidera el mercado de Estados Unidos en energía eólica marina, abriendo una planta en el Estado de Virginia donde desarrolla las turbinas offshore, contando con dos centros de producción en Pensilvania, recibiendo el pasado miércoles en uno de ellos la visita de Barak Obama, donde defendió su plan a favor de la energía verde, que así sea, una realidad visible.