Llegué a Obanos hace más de diez años. Por circunstancias de la vida uno se va lejos de sus seres queridos y se desprende de parte de sus costumbres y cultura para buscar una vida mejor.
No conocía a nadie y tampoco hablaba castellano. Con el paso del tiempo empecé a conocer a uno y a otro, y la gente empezó también a conocerme.
Trabajé en alguna casa, en el bar, llevé las piscinas del pueblo varios años. La gente me aprecia por lo que soy, por mi trabajo, mi familia, por mi relación con los demás, no porque sea de un país u otro, de una condición u otra, sino por ser una mujer libre en una sociedad libre.
El pueblo nos ayudó nada más llegar, luego tuvimos a la niña, y en todo momento me sentí arropada por una gente que confiaba más en la persona en sí, que en el parecer. Gracias, Obanos.
No quiero dar nombres de los que quiero/me quieren y me han ayudado, porque me extendería demasiado. Pero quiero darle las gracias, en representación de todos ellos, como alcalde y amigo, a Fernando Lana Guembe, por el apoyo recibido en todo momento; así como a mi madre, por enseñarme a ser lo que soy. Y voy a terminar con una cita de Marco Antonio, que decía que "como Antonino (pertenecía a la familia de los Antoninos) era ciudadano de Roma, pero como hombre era ciudadano del mundo".
Así me siento en Obanos, ciudadana de este maravilloso mundo que nos ha tocado vivir.