Se nos fue Pedro Arbizu, primer alcalde de Lizarra-Estella o, para los puntillosos, el presidente de la gestora municipal postfranquista.

Sucesos de aquel gigante en humanidad y buen hacer como era Manuel de Irujo. Yo, cada vez que le veía por la calle, siempre le decía: ¡por ahí va nuestro pequeño Irujo! Modesto siempre, él me decía que no le comparase con persona de semejante talla como era don Manuel.

Este año no estarás presente en la entrega del premio Manuel de Irujo, pero sí presente en nuestros corazones.

La modestia de Pedro Arbizu no me impide recordar que es, era, el sucesor de unos hombres progresistas que tuvieron la virtud de acercar a personas de buena voluntad desde diferentes formas progresistas de pensamiento. Ya lo hizo Fortunato de Aguirre, alcalde de EAJ-PNV de Estella (uno de sus legados son el túnel que cruza Estella) en los años 30 juntando en torno a sí a los progresistas de Lizarra-Estella. A Fortunato nos lo arrebataron los fascistas que lo asesinaron. Aun así, Irujo siguió su estela, y salvando miles de vidas de los dos bandos, se exilió después de la Guerra Civil manteniendo la llama de los navarros sin domesticar durante 40 años. Y tú Pedro, seguiste la estela de Irujo, aunque tu modestia te impida aceptarlo.

Hoy, en junio de 2011, ¡qué mejor homenaje podemos hacer a Pedro Arbizu que unirnos todos los progresistas de Lizarra-Estella y darle a la ciudad del Ega el gobierno que se merece! El de la mayoría sociológica. ¿Estamos maduros para conseguirlo?