En el año 2001 pasamos por varios aeropuertos de Estados Unidos y constatamos las deficiencias de la seguridad de los mismos. Empresas privadas se encargaban de estas tareas y se intuía que sus trabajadores, mayoritariamente de raza negra y/o mujeres, no estarían muy bien pagados. Además, en algún lugar se podía pasar a la zona de embarque sin control. A los seis días de volver nos horrorizaron los atentados de las Torres Gemelas. Y sentimos alivio porque no hubiesen transcurrido una semana antes, en cuyo caso nos hubiéramos visto atrapados por el cierre de fronteras y aeropuertos. Se pasó del descontrol al otro extremo.

Actualmente te pueden obligar a: beber el agua de la botella que pretendes pasar en París; pasar controles dejando huellas dactilares y foto por una simple parada de tránsito en Miami; descalzarte de las chanclas y andar por el suelo sucio en Guatemala; tener que recoger el equipaje, también en tránsito y volver a pasarlo por los controles en Méjico; dejar un mechero que ya pasó otros dos controles. Por poner unos pocos ejemplos. Hubo quien, tras los atentados de Londres, tuvo que facturar todo el equipaje a Mozambique y luego se lo perdieron. Ni la cámara de fotos o el neceser le fue permitido subir a la cabina. A alguien le debió parecer una medida necesaria, aunque más tarde se derogó.

Quién sabe la cantidad de despropósitos que habrán sucedido en estos diez años. Grandes mentes idearon medidas imprescindibles para la seguridad que varían con los países según la imaginación local.

Recientemente, en el aeropuerto de Barajas un trabajador me dijo que era todo un negocio que nada tenía que ver con mantener la seguridad. Algo evidente, cuando ves que una familia puede pasar comida sólida pero debe dejar la salsa que la acompaña o que puedes ser recriminada por llevar una lima. Está claro que las empresas de seguridad nos han ganado la batalla a los viajeros de a pie (de a pie aunque a veces volemos, pues no podemos obviarlas como seguramente hacen quienes las apoyan).

¿Por qué será que todo esto me recuerda las medidas económicas que se están imponiendo contra la crisis? ¿Será porque en ambos casos el objetivo no es el que se nos dice, de ahí su sinsentido? ¿Qué buscan estas medidas drásticas por las que pasamos de grandes gastos a bruscos recortes? ¿Tendrán algo que ver con aumentar los negocios de gente cercana al poder?