El bosque administrativo
Hoy me permito compartir con ustedes un cuento. Al igual que Caperucita cruzó el bosque para intentar ayudar a su abuelita, una humilde profesora interina cruzó todos los trámites administrativos pertinentes para llegar a un centro a trabajar. La alegría de saber que había una sustitución de un curso completo en mi especialidad se empañó al conocer que dicha plaza era asignada a una persona que, al estar en una lista de una especialidad diferente a la plaza disponible, no esperaba ocupar. El bosque administrativo había desviado dicha plaza a otra lista debido a la renuncia previa de un profesor de mi especialidad. Los caminos marcados por las administraciones parecen ser flexibles y pueden ser modificados a su voluntad en ciertos casos, e inflexibles en otros que son de justicia. Ellos marcan las reglas del juego para nosotros, los interinos, y ellos se las saltan.
Yo, que he aguantado pasar por oposiciones, dar clase en un idioma extranjero, tener que cambiar de domicilio tal y como me pidieron o me exigieron, que estaba dispuesta a trabajar e impartir las materias pertinentes sin problemas según mi titulación decidí protestar. ¡Aquella plaza me pertenecía por ley! Pero como en el cuento, tal y como el lobo se merendó a Caperucita, ellos de momento se han merendado mis preguntas y mis alegaciones. Aquel error que podía subsanarse inmediatamente y sin grandes repercusiones, fue ignorado probablemente por esa costumbre tan española de defenderla y no enmendarla.
Me invitaron a utilizar su sistema de reclamaciones ya que nadie me recibiría ni me escucharía (reitero lo de defenderla y no enmendarla), el cual, dada su lentitud, intuyo que solamente pretende que me aburra y me calle.
Ahora, en el paro, tras mi esfuerzo mental (estudiar durante años a diario) y mi esfuerzo monetario (ser licenciada, poseer el CAP (Certificado de Actitud Pedagógica), el nivel avanzado de la escuela de idiomas? nada de lo cual es gratuito) ¿qué me queda? Tan sólo la impotencia y la cara de estupefacción de aquéllos que me oyen contar este cuento.
PD: El bosque administrativo se encuentra en Navarra, por si alguien se atreve a ir de excursión.