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Sobre el cierre de la Escuela Navarra de Teatro

De merecido prestigio a nivel del Estado por su calidad y buen hacer, tanto en el ámbito educacional como cultural, de nuevo sale a la palestra, como tantas otras veces, pero en esta ocasión, si no se remedia, será la última. ¡Gora Iruñea la ciudad de la cultura! Para eso tenemos el Baluarte.

Como decía Sánchez de Muniáin, en estos momentos de crisis es algo de lo que se puede prescindir. Qué razón tiene. El dinero hay que reservarlo para nuestra élite política, que a juzgar por los sueldos, dietas, prima, comisiones... y alguna otra cosa que inventarán, deben de trabajar muchísimo al servicio de la ciudadanía y por eso tienen que comer tanto. ¡Qué pobres! Entre trabajar y comer, comer y trabajar, no deben de tener tiempo para remordimientos de conciencia. En mi pueblo, a lo que hacen se le denomina de una manera sin eufemismos. ¡Cuánta gente habrá en la cárcel por robar para comer! Hay que estar en el poder para que sea legal.

Por cierto, en las pasadas elecciones, Roberto Jiménez dio un mitin en la Escuela Navarra de Teatro y prometía, con mucha labia y poca vergüenza, todo lo prometible. Se le olvidó un pequeño detalle, decir que a los pocos días iba a aliarse con Unión del Pueblo Navarro. ¡Si Pablo Iglesias levantara la cabeza!