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Sueños de cristal. Réquiem por la Escuela

Como el mar deja de serlo sin agua, como la vida deja de existir sin aire, un artista desaparece sin arte, un arte que nos es arrebatado junto con sus sentimientos. La ilusión que sentimos al crear todos juntos algo nuevo, la emoción que sentimos minutos antes de interpretar un papel, las sensaciones que nos inundan al pisar el escenario, las preocupaciones que se desvanecen en el aire? y entonces pasa, nos transformamos en otra persona, otro ser, otro objeto? sentimos, hablamos e incluso pensamos como él. Transmitimos al público lo que nos proponemos y es que es realmente difícil de describir la satisfacción que se siente al hacer sentir lo que sientes a esas personas que te apoyan con la mirada y te emocionan con sus aplausos. Pero eso no es todo. Tras el telón, están aquellos que hacen posible que te sitúes en la historia, te envuelven con sonidos que hacen vivirla como si estuvieras en ella, hacen que los personajes brillen y, por supuesto, consiguen que la función de lo mejor de sí.

En unos días todo cambiará y todas estas personas dejaremos de ser lo que somos, saldremos a la calle y nos acercaremos a ese lugar que tanto nos gustaba, derramaremos lágrimas preguntándonos qué será de esa Escuela que nos enseñaría a forjarnos un futuro en el mundo del teatro. Y es que la ilusión de muchos es destruida por la ignorancia de otros. Aquellos que se vendan los ojos frente a la situación y solucionan todo con la palabra crisis, dando la espalda a futuros artistas que no podrán serlo, futuros fans que nunca llegarán a verlos, y sueños que se romperán como el cristal que cae al suelo.