La edición de ayer de DIARIO DE NOTICIAS recogía las palabras que Uxue Barkos dirigió a Rajoy en el Congreso de los Diputados en el transcurso de la sesión de investidura. Navarra foral o española, emplazó la diputada de GeroaBai al líder del PP. En mi opinión, el planteamiento que presenta la diputada Barkos parece abocar al conjunto de navarros y navarras a un dilema de difícil solución. O al menos no de solución única, en cuyo caso, tal y como aprendimos en los cursos de filosofía, un dilema mal construido.

Porque si por algo se caracterizan las sociedades avanzadas y tolerantes es por el alto componente de mestizaje y pluralidad, al tiempo que por la compatibilidad y coexistencia de identidades. El resultado de las últimas elecciones generales, recientemente celebradas, ha vuelto a poner de manifiesto la rica pluralidad de la sociedad navarra que da cabida a quienes se sienten solamente navarro, navarro y vasco, solo vasco, navarro y español, navarro, vasco y español, solo español, etcétera.

Evocando a Amin Maalouf (Identidades asesinas, Alianza 1999), el dilema planteado por Barkos parece querer afirmar una identidad negando la otra (o navarro y foral, o español), lo que, en mi opinión, nos podría conducir a la catástrofe al pretender establecer barreras de solución imprevisible en torno al sentimiento identitario. Personalmente, prefiero el concepto abierto de ciudadanía al más exclusivo y cerrado de tribu (en el sentido sociológico de la palabra), aunque vistos los comentarios que los internautas han volcado en la edición digital, el sentimiento tribal está muy extendido en la sociedad. Sin embargo, al igual que Bernardo Atxaga, me encuentro más cómodo en la noción de hiria (ciudad) que en la de herria (pueblo).