Sería de justicia que ante tantos recortes que tenemos que soportar la ciudadanía, la clase política hiciese su verdadero sacrificio al país, retrocediendo su economía como lo ha tenido que hacer el pueblo, con el mismo, real y obligado porcentaje reductor. No es difícil calcular qué hemos perdido los españoles con los tijeretazos a nuestro estado del bienestar, y a qué pueden renunciar los políticos de España y Europa si la norma va también con ellos. (A mí me consta un 40%).
Los privilegios de los que disfrutan, que no son pocos, deberían tener unos reales ajustes solidarios para estar en consonancia con la sociedad, que es la que siempre asume el brutal golpe de esta crisis.
A mí no me vale, y creo que a la mayoría de contribuyentes, que nuestros representantes vivan a cuerpo de rey, mientras el pueblo, el nuestro y el de la UE, se las ve y se las desea para llegar a fin de mes. Las ejecutivas, además de ser patriotas en colaborar con nuestra deuda externa, tendrían más proximidad con sus votantes, hoy casi inexistente, demostrando que no viven en otro planeta, y que se suman a la causa de los sufridos españoles y europeos en general.
Si nuestro presidente del Gobierno y su equipo, aunque tengan mayoría absoluta, son capaces de obrar en este sentido, dando el primer paso en un consejo de ministros, la mentalidad de los españoles puede cambiar a mejor porque veríamos, y verían en Bruselas y los mercados, su austera ejemplaridad, pero si ello cayese en saco roto, llegaría el momento en que desapareciera la ya precaria credibilidad que tanto necesitan en sus campañas electorales y en la gobernabilidad de sus legislaturas.