En una entrevista televisada del pasado fin de semana, el presidente de la comunidad balear defendía en su propuesta de reforma educativa la necesidad del trilingüismo, argumentando que ello mejoraría la capacidad lingüística de los niños baleares y que así tendrían mayores oportunidades profesionales. También decía que en Baleares el desconocimiento del idioma germano podría ser motivo de no contratación para desempeñar un trabajo en una heladería. Buceando en la red sobre el concepto de capacidad lingüística descubro que la Consejería Navarra de Empleo fomenta la competencia lingüística con el objetivo de mejorar el desempeño profesional, y por consiguiente, reforzar la competitividad de sus empresas..., eso sí, siguiendo un programa europeo que propugna unos principios basados en el plurilingüismo y el pluriculturalismo.

Estando de acuerdo con los principios que defienden para el aprendizaje de cualquier idioma, es grande mi sorpresa cuando veo que los mismos no son de aplicación para la administración sanitaria, pues Osasunbidea no respeta los principios del programa europeo ni los de la propia Ley foral del Vascuence cuando se trata de que los médicos que trabajan en zona vascófona sean capaces de comunicar con sus pacientes en el idioma que estos deseen o mejor dominen. Como no hay quejas, dicen, no es necesario.

Ideas claras confirmando el axioma de que la capacidad lingüística es parte de la capacitación profesional en las palabras del presidente balear, también en la Consejería de Empleo, pero qué ceguera la de la Consejería de Marta Vera para con sus conciudadanos vascoparlantes. Debiera fijarse en lo que siempre ha hecho la Iglesia navarra, que ha demostrado un cuidado exquisito enviando sacerdotes bilingües para atender a la población de la zona vascófona, y ello lo ha hecho porque reconoce la necesidad y no por la existencia de quejas.