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Otro comercio

Los retos a los que se viene enfrentando el pequeño y mediano comercio están alterando nuestras pautas de consumo sin que se aprecie voluntad para ordenar este complejo paisaje. Liberalización de horarios, rebajas múltiples y Black Friday son algunos síntomas de un mundo que se dirige hacia una concentración económica sin precedentes.

La política de las firmas más importantes, cuya legitimidad a la hora de defender sus intereses no cuestiono, está arrastrando otras fórmulas comerciales a un terreno en el que es difícil sobrevivir. Desde supermercados a grandes almacenes, no hay ámbito que no se vea condicionado por las necesidades de una producción a gran escala. Los cambios suelen ser, además de inevitables, necesarios, pero siempre nos queda una parcela exclusiva para poder decidir su idoneidad. El panorama hoy tiende a la desproporción, contribuyendo a la proliferación de grandes superficies por un lado y de bazares repletos de baratijas por otro. Ante esta doble presión, solo aquellas iniciativas verdaderamente especializadas tienen alguna oportunidad de sobrevivir, partiendo siempre de productos que sean igualmente exclusivos o que no se produzcan al por mayor.

No podremos construir una sociedad más justa si no reglamos adecuadamente la oferta y el acceso a bienes y servicios. Volver a sobre-estimular el consumo en vez de racionalizarlo, para que proporcione ciclos económicos más estables y con mayores garantías, nos hará ser cada vez más dependientes. Necesitamos repensar entre todos las normas/leyes que aseguren una dimensión estratificada de la actividad comercial, y que preserve las virtudes de cada uno (grande, mediano y pequeño) sin perjudicar a los demás. Una vez más hemos de apelar a la política para lograr el equilibrado óptimo de nuestro ecosistema económico, restableciendo las relaciones progresivas y corrigiendo los esquemas dominantes. La actividad comercial es un termómetro privilegiado con el que poder observar el devenir inmediato de nuestra sociedad, pues la capacidad y modo de intercambio dice mucho de nosotros mismos. En definitiva, algo va mal cuando es el propio capitalismo quien ahoga el libre mercado.