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Sorprendida y horrorizada

El Parlamento de Navarra ha aprobado -con la abstención de UPN y el voto en contra de PPN- una resolución por la que se insta al Gobierno de España a retirar el alambre de cuchillas, conocido como concertinas, del perímetro fronterizo de Melilla.

Al leer esta noticia, no puedo menos que preguntarme qué tipo de personas -con su voto o abstención- pueden consentir o permanecer impasibles ante esta crueldad que atenta claramente contra los derechos humanos de las personas. Las cuchillas "mutilan y matan" como lo atestiguan quienes trabajan con los inmigrantes que intentan pasar la frontera (ONG, religiosos, asociaciones de la Policía y la Guardia Civil, etcétera).

Señora Barcina: ¿cómo puede usted y su grupo abstenerse ante esta petición? ¿No han visto ustedes en televisión las imágenes estremecedoras de las heridas que provocan dichas cuchillas? Los inmigrantes son personas como usted y como yo -con el añadido de estar en una situación de debilidad y vulnerabilidad extrema- y en absoluto merecen un trato así, que nos resultaría inconcebible incluso con un animal. No tratarlos como nos gustaría ser tratados a nosotros solo es propio de personas inhumanas y sin corazón.

Por eso la Iglesia se está movilizando contra las concertinas y su portavoz, José Mª Gil Tamayo, ya ha declarado que "los inmigrantes no son delincuentes de los que haya que defenderse". Incluso hay feligreses que han escrito al Papa para que inste al Gobierno de España a retirarlas y han pedido la excomunión para quien autorice su colocación. Espero que este posicionamiento de la Iglesia haga reflexionar al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, así como a los parlamentarios forales de UPN y PPN.