Es sorprendente que alguien que no habla una lengua, y que no es del ámbito en la que se habla, dé lecciones a los euskaldunes, que sí hablan la suya como suya y que, naturalmente, la defienden como una de las señas de su carné de identidad. ¿Por qué no aplica los mismos conceptos, criterios y medidas a su lengua nativa y cierra todas las emisoras, cambia todos los mapas y pone gerentes en medo o indio malabar en todas las instancias que administran los bienes simbólicos de su colectividad? Si los euskaldunes no pueden pensar y conducir su propia manera de ver su lengua, su cultura, su identidad, cantemos el canto fúnebre de la democracia.
Las preguntas son muy sencillas: después de 40 años de democracia, ¿se puede o no se puede ver EiTB en Navarra-Nafarroa? ¿Por qué no mañana mismo? ¿Qué obstáculos existen o se ponen para que se puedan ver todas las televisiones del mundo menos las que se emiten en euskara? ¿Por qué lleva años en la alegalidad Euskal Herria Irratia? ¿Es que tenemos que esperar a que llegue Godot? ¿Es que se considera a los euskaldunes y euskaltzales ignorantes, iletrados, a- (privativa) visuales, perversos, mal intencionados, corrompedores de las ondas en espacios que son de todos?
Tiene triste gracia que el pueblo que creó este maravilloso instrumento de comunicación y cultura, Navarra, la Vasconia de siempre, la Euskal Herria de Axular, que a pesar de todo pervive hoy, se le nieguen los caminos que se ofrecen a cualquier cultura normalizada. Sus argumentos, señora Barcina, rezuman la falsa fuerza de los sofismas y cuentos chinos. Quiero llamarle la atención de que la galaxia mental que se exhibe cuando se emplean estos argumentos huele a un mundo nefasto que se creía ya periclitado. ¿Y qué hacen todos los mentores de la inteligencia, todos los analistas, filósofos, lingüistas y formadores de la Comunidad Foral de Navarra y de fuera, y en general todo hombre o mujer de sentido común? Como quiera que sea, yo manifiesto mi disconformidad y desacuerdo con su política lingüística y con su incapacidad de cambiar el rumbo errático llevado hasta ahora.