No son pálidos espectros, aunque lo parezcan, envueltos en el alba de frío terciopelo, sino seres reales que palpitan, lacerados por la miseria.
Y los hay, para nuestra vergüenza, a millones en el mundo. ¿Qué Navidad tienen ellos? Van y vienen, corren a buscar en contenedores o vertederos, cualquier objeto desechado que no se halle demasiado mal y puedan tratar de vender para ganar unas tristes monedas.
Nacieron en cualquier sitio, viven en ninguna parte, no tienen más que la vida y el aire que respiran, aunque a veces esnifen pegamento para acallar la pena y la fatiga. Viven en pequeñas y destartaladas chabolas, en caravanas abandonadas, en el submundo de galerías fantasmales y alcantarillado de las ciudades. O en osarios de coches, entre los que rebuscan piezas aprovechables cuya venta, si tienen suerte, les alcance para comprar leche, pan, arroz, a veces incluso algo de pescado.
Algunos de estos chiquillos tienen la suerte de tener una madre, unos padres, ya que muchos, de tanto quitarse el pan de la boca para dárselo a sus hijos, acabaron muriendo de hambre. Aquellos saben del inmenso caudal de ternura que mana del corazón de su madre, la calidez de su abrazo, la dulzura de su mirada. Y se alegran cuando su padre les sonríe: viene contento, ha logrado vender un montón de chatarra. ¡Aleluya! Dejarán de pasar hambre unos días y podrán calentar su chocita, protegidos así de los cuchillos del frío.
Mientras tanto, en Wall Street, en la City londinense, en el FMI... y un largo etcétera, brindan con Moët Chandom entre risas millonarias, los verdaderos amos del mundo, cada vez que perpetran sus fechorías macroeconómicas, destinadas a favorecer solo a su casta, la de los privilegiados: políticos y altos cargos de empresas multinacionales, a la vez que sus directrices nos empobrecen a la inmensa mayoría, sobre todo a colectivos de desempleados, viudas, jubilados, etcétera.
Aún hay lugar para la esperanza: luchemos entre todos para derribar a este neoliberalismo salvaje que devora derechos, vidas y libertades, auténtica fábrica de pobres.
Eguberri On, Urteberri On.
Jaungoikoa dizutela zorion.