Cada año por estas fechas nos hacemos declaraciones de deseos, sacrificios y buenas intenciones para el ciclo venidero. Pues ahí van las de este humilde vasallo del señor campechano, diez juramentos:
Primero: para el uno de enero prometo volver a fumar tras siete meses de purismo pulmonar. "A ver si lo cumples" me dice la parienta. "Ya te digo" le digo yo. Segundo: me he propuesto hacer todo el camino de Santiago en autostop y sin mover ni un dedo. ¿Por qué? Por flojo. Tercero: porque me cae bien le ayudaré a cruzar la carretera a mi vecino del Cuarto y porque me cae mal le atropellaré con la bici a mi vecino del Quinto: ponerme a dieta adelgazante, abstinencia total de grasas. Sexto: volverme un obeso sexual en compensación a tan severo régimen. Séptimo: implicarme en alguna iniciativa política o social de interés político o social: pues acabo de leer un impreso que demanda un Gibraltar catalán, que me parece una idea cojonuda. Y a mi parienta también. Noveno: donarle a mi hígado privilegiado lo que mi cráneo pide, día tras día beber y beber, hasta dar más pena que el campechano jefe de esta monarquía bananera. Octavo: no aprender inglés. Y Décimo: volver a pillar lotería de esa que si toca pagas.
La gente de Bira Beste Aldera, movimiento por el decrecimiento, andaban regalando números de este primor de lotería. Si te toca pagas, si te coincidía el boleto en sus tres últimas cifras con las del premio Gordo de la Lotería de Navidad, tenías que apoquinar este año 50 euros para Papeles Denontzat, plataforma de colectivos y personas que luchan a favor de los derechos de las personas migrantes. Esta lotería toca a quien lo necesita. Al contrario que la otra, que le toca siempre al Fabra de Castellón, al pelotazo, a la desvergüenza y a esta impunidad inmutable. No se dejen deslumbrar por esta quimera, no empeñen su reloj o anillo de periplo genealógico por un decimito de Doña Manolita para el Sorteo del Niño.
1984, consagración de la distopía, guarde cuidado con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del centro comercial, antiguamente invocados como seguratas, otros que ahora también tocan, guarde cuidado con tanta cámara por aquí, tanta neolengua por acá. Celebremos el fin de año a tope de kalimotxos, con nuestros mejores deseos para un feliz 1984 preñado de disidencias y desobediencias.