Hace unos días acabé de leer El Guardián invisible. La novela me enganchó desde el principio y la seguí con suma avidez e interés.

Dolores Redondo escribe muy bien y ha sabido compaginar la historia detectivesca, eje de la novela, con unas bellas descripciones de Elizondo y Baztán, su río y bosques y las creencias mitológicas de antaño.

En el capítulo 16 hay una conversación entre dos protagonistas de la novela, Amaia y su hermana Ros, en la que se dice que:

"Hay una iglesia en el sur de Navarra, en Ujué, a la que las mujeres que quieren ser madres peregrinan con una piedra que llevan desde su casa; allá la depositan sobre un montón de guijarros y le rezan a la virgen del lugar, pues el hecho es que hay datos de que las mujeres ya peregrinaban a ese mismo lugar antes de levantarse la ermita y por aquel entonces arrojaban la piedra a una gruta natural, una especie de pozo o mina muy profunda".

Este párrafo me dejó sorprendido, en cuanto describe un ritual divergente del que se conserva en Ujué. Además, parece que Dolores Redondo no ha estado todavía en nuestro pueblo, pues en ese mismo párrafo llama ermita a la imponente iglesia fortaleza que aquí tenemos.

La Gran Enciclopedia de Navarra tampoco es exacta cuando dice que: "Las estériles tenían también por costumbre peregrinar a Ujué llevando al hombro una piedra, que luego arrojaban al aljibe del santuario".

Lo que se ha hecho en Ujué es echar piedricas al agua del aljibe que hay tras la iglesia. Tantas como hijos se desean. Nada de echarlas sobre un montón de guijarros. Nada de traerlas desde casa.

La versión más antigua que he leído sobre este rito es del año 1844. Apareció en La Posdata, un periódico de Madrid, el día 4 de mayo de 1844, página 2.

El corresponsal de ese periódico en Tafalla, en crónica del 28 de abril, dice que se iba a celebrar la romería de Tafalla a Ujué, y entre otras cosas cuenta lo que sigue:

"Todos los recién casados buscan su caballería y llevan sus mujeres a la grupa, siendo su primer cuidado en llegando al pueblo ir al pozo de la virgen a pedirle los hijos que desean. Estos se obtienen lanzando piedras dentro; de cada una, uno.

En cuanto a los amantes, van de víspera para disponer un baile por la noche y disfrutarlo. Si el baile no se arregla, nunca falta una guitarra, un violín y una bandurria con que acompañar cuatro canciones a la ventana de su dama. Algunos de estos también visitan el pozo de la virgen; el objeto que llevan en visitarlo ellos lo saben".