Las fiestas son un lugar maravilloso de encuentro entre vecinos y visitantes; forman parte de nuestra cultura y, si me apuran, son hasta una “válvula de escape” de la rutina diaria. Que se lo pregunten, si no, a Hemingway.
Pero hagamos una pausa y reflexionemos: con las fiestas de San Fermín, San Fermín Txikito, el Día del Privilegio de la Unión, el Día de la Comunidad Foral de Navarra - San Francisco Javier... ¿Son necesarias además las fiestas de los barrios de Pamplona? Por si no lo sabían, cuestan muchas decenas de miles de euros. Y no olvidemos la gran subida -como el champán- de la contribución urbana que hemos tenido este año.
¿No disfrutamos también las fiestas de los municipios cercanos a Pamplona? Barañáin, Mutilva, Esparza, etcétera.
Desde luego deberíamos repensar cómo gestionamos mejor el dinero de tod@s, especialmente cuando existen asuntos mucho más urgentes y prioritarios: personas sin techo que no tienen plaza en albergues, el acceso a la vivienda para los más jóvenes, la mejora de la interconexión de los carriles bici por toda la ciudad, o más plazas para Educación de 0 a 3 años, por ejemplo.
La ciudadanía debe participar y presionar más a nuestros gestores para que el dinero público sirva para crear una sociedad más justa y equilibrada. Esa es la utilidad de los impuestos, ¿no?