El canguro es un marsupial. Tiene una bolsa externa donde transporta y alimenta a sus hijos. Camina a saltos. Veo a mozas jóvenes que transportan a sus bebés en una bolsa a modo de canguro y a sus parejas, que inspiran un sentimiento de ternura extraordinario, mientras el melocotón duerme o dormita al calor del pecho materno o paterno. Huelen a primavera. La primavera es un canguro. La primavera transporta la vida. Esa vida fresca que espanta al contemplar la inmensidad oceánica de un hayedo recién verde. Y el pinar. "Quién ha visto sin temblar un hayedo en un pinar". La vida. La flor del rosal de Siria espera en su cama verde. Pronto florecerá. Los prados están locos de vida. Las vacas y sus terneros sueñan en primavera. Y cada año volverá. Mientras nosotros envejecemos la primavera nos invita a pasear como un haya más hacia el calor de trigo veraniego, la manzana o el peral, camino del invierno, donde la muerte nos espera como un suceso más, pasando por el otoño, que en esta bendita tierra es cada año una locura más.
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