La cantante israelí Noa ha actuado en Vitoria-Gasteiz, y una vez más su presencia fue motivo para que algunos colectivos convocasen una manifestación con el fin de boicotearla. Noa es una pacifista crítica con el Gobierno de su país, como manifestó leyendo un comunicado antes de su concierto, pero para algunos eso no es suficiente o directamente les da igual.

Aquellos que no boicotean a artistas rusos, chinos, turcos, marroquíes, sirios o ucranianos tienen muy claro que a Noa, como israelí, se le debe excluir. Pero un momento, si en Israel viven judíos, árabes, rusos, armenios entre otros, ¿a Noa algunos le boicotean por ser israelí o más bien por ser judía? ¿Esto no lo hemos visto antes en Europa?

Podría suponerse que este movimiento anti-israelí se produjo debido a la desmesurada respuesta de Israel a Hamas, en Gaza, por el secuestro y asesinato de tres jóvenes judíos y por los lanzamientos de cohetes. Pero lo cierto es que no, a Noa se le viene intentando boicotear desde hace 10 años por sectores de extremistas. Cada cual es libre de acudir o no al acto o concierto que quiera, pero cuando se intenta boicotear a alguien debido a su nacionalidad o etnia, no es solo un hecho peligroso sobre el que hay que estar alerta, sino que en todo el mundo occidental es un delito.

El antisemitismo disfrazado de antisionismo, como señalaba Luther King, sigue existiendo en Europa, y las terribles imágenes que nos deja el conflicto más mediático del mundo no debe ser excusa para que sigamos luchando contra la discriminación y la xenofobia y el viejo odio judeófobo.