Hace ya varios meses el precio del barril de petróleo comenzó a desplomarse de una forma inesperada. Sin embargo, no ha sido hasta estas últimas semanas cuando se ha producido el consiguiente descenso del precio de la gasolina. Esta reducción debería ser una noticia positiva si se hubiese producido antes de las Navidades.
En las pasadas festividades navideñas se produjeron 17 millones de desplazamientos de vehículos, con sus respectivos gastos de repostaje. Estos gastos se habrían reducido considerablemente si el descenso de precios de la gasolina no se hubiese demorado tanto.
Muchas familias se encuentran en situaciones económicas muy delicadas y la cuesta de enero se les está haciendo dura. Personas, cuya prioridad en Navidad ha sido visitar a sus seres queridos, han tenido que hacer un mayor desembolso económico debido a la tardanza en la rebaja del precio de la gasolina.
No pedimos más de lo que es nuestro, pero los números están ahí: o las gasolineras o el Estado se han quedado un dinero que pertenece a los ciudadanos. Ellos saben que el petróleo (es decir, la gasolina, los plásticos?) es un recurso demasiado importante para poder vivir sin él, por eso pueden jugar con nosotros como si fuésemos marionetas.