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¿Y ahora qué?

Qué carrera elegir, qué ser de mayor o otras tantas preguntas que nos hacen pensar cuando tenemos 16 años. Ya en las puertas de la madurez debemos tomar una decisión que posiblemente nos marque el resto de nuestras vidas; qué camino escoger para nuestra vida laboral. Esta preocupación presente en la mayoría de adolescentes de Bachiller nos reconcome una y otra vez, ¿y si elijo mal? Siendo así podría perder uno o dos años que no volverán, la duda entre escoger lo que a uno le gusta o la carrera que más salidas laborales tiene.

Siempre hay y habrá personas que conocen perfectamente a qué desean dedicarse, qué carrera escoger. Pero qué hay de nosotros, los indecisos, nosotros que no sabemos hacia dónde dirigir nuestros estudios, vagando en un mar de decisiones inciertas que con gran seguridad nos encamine hacia la decisión errónea. Y a esto en mi caso se añade al problema añadido de la LOMCE, la primera generación en no hacer la selectividad y realizar la reválida. Vamos a ciegas hacia una prueba que nos es totalmente desconocida y posiblemente para realizar una carrera que no es la apropiada para nosotros.

Nosotros somos los indecisos de la generación de 1999 que no sabemos qué nos depara el futuro, somos esos jóvenes que entramos a ciegas en la etapa de la madurez sin ver lo que nos aguarda la vida.