Ser uno mismo
Mucha gente está toda la vida tratando de realizar unos objetivos que les han marcado otros. Uno debe tener su propia identidad como ser humano. Todas las clases de grupos humanos están formados por líderes cuya fuerza colectiva crece según el número de seguidores. Pero la vida también está llena de líderes falsos, personas que no son puras en conciencia. Y a los líderes falsos no les interesa la felicidad y libre desarrollo de las personas, sino su esclavitud y dependencia servil. Ahora, cuando la gente cree que se está liberando de la educación del pasado, se ponen otras muletas para seguir caminando despacio. Por ejemplo, se le insinúa al niño, aunque sus padres hayan venido de Extremadura, “Tú eres vasco, identifícate con todo lo vasco y éstate entretenido toda la vida en aprender el vasco y tratar de usarlo con todas aquellas personas que se consideran de tu propia identidad”. Es como decir que solo puedes ser tú mismo si te esclavizas a los rituales y leyendas de una raza y un lugar de la tierra.
A todos los niños de ahora habría que educarles en las familias y en las escuelas en este sentido: tu identidad son todos aquellos puntos de referencia básicos que vayas adquiriendo acerca de tu existencia. Tu identidad es tu carácter propio, más allá de la raza, el lugar, el nivel cultural o económico en el que hayas nacido (las ideas religiosas que mamaste). Tu identidad es ir descubriendo tu capacidad para comprender la vida y para aprender a ser más feliz, a ser útil y a sentirte realizado. Para ser uno mismo, hay que reflexionar por uno mismo: ¿qué es la vida? ¿para mí qué significará sentirme realizado en esta encarnación? Un adolescente o joven responsable puede meditar así y dejarse llevar por su intuición. En una humanidad tan revuelta y retorcida no es fácil buscar la verdad, pero la inteligencia sirve para algo más que para ganar dinero, reconocimiento y lo que llamamos vivir bien.