La honestidad de los informadores
Independientemente de la legitimidad que ostentamos cada persona, creo que infinidad de veces en distintas emisoras de radio, en cadenas de televisión privadas y en la prensa escrita, los y las informantes se toman algunas licencias que rayan la indignidad y califican, sobre todo, a políticos, con adjetivos insultantes simplemente porque sus comentarios o posicionamientos no son del agrado de estos informantes.
Yo creo que la discrepancia y el no estar de acuerdo con ciertas actitudes no deberían dar pie a humillar, insultar o hacer leña del árbol caído. El respeto a la diversidad de opiniones y a la ideología de cada persona debe ser la norma habitual para el periodismo en sus distintos medios de comunicación y en su deber de informar con rigor, con respeto y con la honestidad necesaria para no herir ninguna sensibilidad ni humillar al contrario.
Lo comento porque en ciertas cadenas radiofónicas, en las que participan periodistas de cierto prestigio, algunas veces dejo de sintonizarlas porque sencillamente me producen vergüenza ajena.
Particularmente, de los periodistas que mejor lo hacen, me quedo con Iñaki Gabilondo, sin despreciar a otros muchos que son muy profesionales. De los políticos, me quedo sin dudarlo con Julio Anguita. Y con organizaciones, me quedaría con Greenpeace y aquellas otras que trabajan en pro de los derechos humanos y en favor de la paz en todo el mundo, como Médicos sin Fronteras y voluntarios que atienden a los millones de refugiados cada día y en muchos países, en guerras sin sentido.
No tiene ningún sentido y es éticamente reprobable que personas con carrera periodística y con formación académica universitaria manipulen medios de comunicación para deslegitimar a otras personas por las distintas formas de entender las cosas.
Y por último, pienso que las cadenas privadas de radio, de televisión y prensa deberían darse un tirón de orejas cuando se extralimitan en sus funciones.