Síguenos en redes sociales:

¡Hasta siempre, comandante!

Fidel Castro ha muerto, figura icónica del movimiento revolucionario de los años 60 y 70, su mayor logro fue terminar con la dictadura de Fulgencio Batista, títere de los norteamericanos y no precisamente un defensor de las libertades. Recalco bien intencionadamente lo de mayor logro ya que, quitando en un principio la mejora de las condiciones de vida de los cubanos recién aupado al poder, por lo demás, el que ha muerto es el mayor dictador de América Latina, un tirano que ha utilizado a su pueblo como rehén, que se decía de izquierdas pero que pasaba el poder a su hermano y que perfilaba a su sobrino como futuro líder de una isla postcastrista. Ese es el individuo que ha muerto. Está bien respetar el ánimo conciliador de los panegíricos, pero si una persona ordena fusilar, encarcelar disidentes y utiliza los resortes del Estado para oprimir a su pueblo, eso ciertamente no se merece ni un minuto de silencio. Espero que su muerte facilite el camino emprendido por Raúl Castro y Cuba pueda ser libre de nuevo, ya que el huracán Trump está a la vuelta de la esquina.