Un político auténticamente demócrata, con el que, dicho sea de paso, no comparto sus aspiraciones independentistas, va a ser juzgado hoy en Barcelona. Su delito: consultar al pueblo, sacar las urnas a la calle. Para muchos poderes fácticos no es suficiente el mayúsculo atropello de sentar a Artur Mas en el banquillo.

El Mundo demanda medidas más drásticas. Es difícil entender tanta nostalgia de la Brunete y sus tanques. La fábrica centralista de independentistas no para de auspiciar separación con su actitud represiva. Siempre el diálogo, jamás la imposición es el camino. Sólo un país con deficiencias democráticas juzga a un presidente democráticamente elegido de una Comunidad por haber consultado a la ciudadanía.

Felizmente aquí no tenemos Trumps, ni Le Pens... Es cierto que en España no ha medrado la extrema derecha, pero no es menos cierto que ello es, en buena parte, debido a que ciertos ticks autoritarios de ésta los ha patrimonializado el partido en el Gobierno.

Las llamadas de atención, de amenaza, que diariamente lanzan sobre quienes desean ejercer un derecho democrático, es la llamada de atención que nosotros hacemos a los gobernantes de este país: basta ya por favor de tanto autoritarismo, basta ya de tanto terror a unas urnas de cristal, basta ya de negar la voz al pueblo de Catalunya.