Suele decirse que la vida privada comienza en ese punto donde ya no llega el dinero público. Los gobernantes pueden gozar de las relaciones sentimentales que deseen y tienen también derecho a la intimidad. Pero es distinto cuando para ello son empleados los fondos de la nación. Sucede frecuentemente en esos casos que desde el poder se atemoriza a los medios de comunicación, para que no investiguen y difundan los hechos. Pero ante ello, suelen multiplicarse los rumores. Como con la Hidra de Lerna, por cada cabeza cortada surgen dos.
Así, los escarceos del Borbón -al que llamaban antes el rey bien amado- fueron conocidos por el público. No ha trascendido que su sucesor en el trono frecuentara a otras mujeres fuera de su esposa. Pero es posible que, cuando Luis XVI presenciara los primeros pasos hacia la República, recordara a madame de Pompadour, madame de Mailly-Nesle, madame O´Murphy, madame de Chalus, madame Boisselt y todas aquellas otras amantes de Luis XV, que tan eficazmente ayudaron a socavar los cimientos de la institución monárquica.