declarada Fiesta de Interés Turístico de Nabarra, la de este domingo es una celebración especial ya que festeja su 25º aniversario con una cosecha récord. Una agradable sorpresa que este pueblo de Tierra Estella/Lizarraldea haya sabido lograr que esta fiesta sea grande, con una gran asistencia, quedando grato recuerdo de cada visita. Veamos dos de ellas, una hecha entre semana y otra el día de la fiesta. Arróniz es una atractiva localidad próxima a Montejurra y al histórico castillo de Monjardin/Deio, donde resulta impresionante su iglesia y alrededores, a los que se accede tras ascender entre callejuelas de nobles casas blasonadas y algún palacio. El muro de llamativas arcadas que la rodea le da un aire de pequeña plaza fuerte, en la cual junto a inscripciones romanas reposan estelas funerarias discoidales, que nos llevan a la Edad Media e incluso hay lazos con la Prehistoria. Los ondulados campos de los alrededores en esta época están realmente atractivos con vistoso manto verde del cereal que empieza a cubrirlos. En cierta ocasión una señora americana a la que le había preguntado que le parecía el paisaje me contestó: “¡Qué lindos! ¡Parecen campos de golf!”. Vimos que la gente se afanaba en la recogida de la aceituna, con imágenes que podrían ser de postal. A medida que nos acercamos a Arróniz un incesante movimiento de tractores llevaba el preciado fruto hasta su trujal. Visitar sus instalaciones es una grata experiencia. Ves cómo las cintas transportadoras sacuden lo recepcionado separando las finas hojas, que expulsa al exterior, de las aceitunas que suben hasta las tolvas-molino por cintas a un ritmo endiablado. En la sala se olfatea un penetrante y agradable olor. Pero aún más sorprendente resulta ver surgir de los curiosos caños de otra sala, el verde/dorado aceite. Desde este lugar se observa una bonita panorámica del pueblo, situado sobre una ladera, donde resalta la iglesia y su entorno, y en la zona más elevada, coronando y vigilante está la basílica de la Virgen de Mendia. La aceituna es desde hace muchos siglos una de las señas de identidad del pueblo, y da nombre a una de las variedades más apreciadas. Un paseo sus calles hace que te sientas muy agusto, y en una de ellas, me encontré con un hombre de edad, natural del mismo, al que le pregunté por el nombre de la cumbre que quedaba sobre un barranco. Me dijo que era el alto de la Horca, sugestivo nombre para un lugar visible desde todo el pueblo, y que siglos atrás usarían para los ajusticiamientos con cruel sentido ejemplarizante. Asimismo me indicó que a un pequeño barranco, que llega hasta abajo de la balsa, le llaman la Reka. Entiendo que se trata de Erreka arroyo. Reka procedente de Erreka tenemos en Lerga y Laudio. Citó un campo llamado Larra, pastizal. Otros nombres como Ezkibel haitz peña + gibel parte trasera, Aranbeltza haran valle + beltz negro, oscuro, Iturriondo junto a la fuente y el sugestivo Kastiluzar castillo viejo, además de Mendia, icono de la localidad, nos dan testimonio de presencia secular de la que el rey Sancho VI el Sabio definiría en 1167 como lingua navarrorum, lengua de los navarros, refiriéndose al euskera, la cual van recuperando hijos del pueblo. Vocablos del habla local que me atestiguó el citado señor indican lo mismo: ondalan, txandrio, muga, ueske, koskola, abarra, txara, poliki-poliki, kaparra? y la que fue sorpresa para mí: iesi para indicar a la oveja delantera que vaya para dentro, la veo relacionada con hesi: cercado. En un mural el Ayuntamiento indica: “Los productos de esta tierra, famosos en el mundo entero, conservas, pastas, vinos, aceite, zumos ecológicos, la buena comida...”, lo cual es un importante eje de riqueza y vida, a mantener y potenciar. Y además es así, ya que se come bien, y los productos están ricos. Esa es una de las claves de su vitalidad y mantener fiestas como la que detallo. El día de la Tostada, mientras que en la sede del trujal tenían lugar los actos oficiales, en el entorno un gentío de todas las edades disfrutaba, bañaba las tostadas en la nueva cosecha del dorado aceite, para luego aderezarlo con sal y ajos. Un sabroso bocado, que debería entrar en nuestros hábitos. Resultaba llamativo ver la gran cantidad de puestos de venta que inundaban Arróniz y la enorme marea humana que los recorría, pero lo peculiar era ver la implicación de los vecinos y vecinas repartiendo las tostadas, vino e información, en auzolan, para que la fiesta lograse su éxito. El día ofrecía otros atractivos, como poder ver productos que te trasladan a épocas y oficios pasados, artesanía, cucharas de boj y olivo, cencerros, y aperos, además de disfrutar del talo del Baztan, Baztango taloa. La fiesta es un excelente escaparate para los productos de la localidad. Entre ellos pastelería tradicional, que iba de las pastas a los txantxigorris, además de los ricos polvorones de almendra. Los zumos ecológicos que fabrican en la localidad tienen el detalle de etiquetar las botellas en cuatro idiomas entre ellos el euskera. De Arróniz era Jesús Abrego Narbarte, el mago, pelotari remontista, figura en su época de la pelota vasca. Por todo merece la pena dar un paseo por la localidad y disfrutar de Arróniz y la amabilidad de sus gentes. El Día de la Tostada es una ocasión para visitarlo, aunque como parafraseé en otro artículo: “Arróniz, bien merece una visita” cualquier día. Eta horrela da, Arroniz herri polita eta atsegina baita. Zain ditzagun gure sustraiak eta herriak!