Los asesinos más mortales son los que nunca podemos ver, los que causan muertes silenciosas que no salen en los periódicos. Desde que empezó la guerra de Siria ya se ha cobrado la vida de casi 450.000 personas, y aunque esta cifra es escandalosamente gigantesca, hay una peor, la ONS calcula que todos los años mueren 2.8 millones de personas por culpa del sobrepeso o la obesidad.
Y estas cifras solo siguen en aumento a pesar de que todos sabemos que para vivir bien hay que hacer ejercicio y tener una buena alimentación. Pero, el problema es que hemos estado intentando responder la pregunta equivocada, preguntándonos qué es sano y qué no lo es, en vez de preguntarnos... ¿Por qué comemos?
Nuestros antepasados comían lo justo y lo que conseguían para, si tenían suerte, lograr sobrevivir. Pero ahora ya no luchamos por la comida, la podemos conseguir barata, podemos ansiar nuestros deseos de grasas saturadas por menos de un euro, y para colmo obtener una dosis de dopamina gratis por parte de nuestro cerebro si así lo hacemos.
Los seres humanos debemos comer para vivir, y si lo que comes te asegura tu propia muerte, el acto de comer pierde todo su propósito.