Es de sabios cuando uno se da cuenta de que lo que hacía convencido no era lo adecuado y cambia su decisión con honradez y con el mismo convencimiento.

Es de tontos cuando uno defiende fervorosamente una decisión, frente a quienes le acusan de oportunismo y después la cambia con argumentos que hubieran podido usarse antes, empujado por críticas de otros.

Cuando uno se mete en un pantanal y defiende que es lo mejor, y nada cambia, la única forma de salvaguardar la credibilidad frente a los demás es mantenerse dentro... (sostenella y no enmendalla y que salga el sol por Antequera).

De lo contrario, ya nadie te creerá cuando expliques los motivos que te llevan a hacer algo.