En la cuesta de Santo Domingo existe un pequeño edificio olvidado y maltratado por el paso del tiempo, se trata del último cuerpo de guardia de los portales de la ciudad.

Hasta 1915 los portales se utilizaban dos veces al día: a las seis de la mañana (abrir) y a las ocho de la tarde (cerrar). A la entrada de los mismos estaban los portaleros que cobraban impuestos a los artículos de comer, beber y arder. Junto a ellos se encontraba los cuerpos de guardia.

De los seis que hubo sólo se salvó de su derribo éste y aunque en su momento se restauró el grado de deterioro es evidente. El paso del tiempo se ve en el aspecto descuidado del edificio y de su entorno. Desde la asociación observamos con tristeza como un edificio, que tiene un valor histórico, que se sostiene con unas de las pocas columnas que quedan de la fundición de Salvador Pinaquy , y que en su día se decidió rescatar, ahora sea la dejadez la que se encargue de su derribo.

La mejor descripción que hemos encontrado de esta situación nos la dio el actual alcalde en un artículo de DIARIO DE NOTICIAS de 18 de octubre de 2015: “A la derecha podemos ver el cuerpo de guardia del portal de la Rochapea, un tanto abandonado y rodeado de vehículos. Hoy en día es el único de los seis que existieron que ha sobrevivido, aunque su derribo se ha planteado varias veces. Y me acuerdo ahora de que Alois Riegl, teórico de la arquitectura del siglo XIX, decía que la mejor manera de garantizar la conservación de un edificio era darle un uso digno. Pues eso”.

Totalmente de acuerdo señor alcalde, quizás sea el momento de pasar de la teoría a la práctica y dar otro aspecto al edificio y su entorno. Seguro que hay muchas ideas para “darle un uso digno”. Desde nuestra asociación vemos que sería un lugar excepcional para dar a conocer e informar algo tan nuestro como es el encierro.

Esperemos que esta sugerencia no caiga en saco roto y que el olvido no acabe con este curioso edificio.